EL HIJO DEL ACORDEONISTA. ¿ PUNTO FINAL A UNA ETAPA DEL AUTOR ?

17.06.2020 17:40

EL HIJO DEL ACORDEONISTA. ¿PUNTO FINAL A UNA ETAPA DEL AUTOR?

Carlos María Hernández Basilio (carloshb4371@gmail.com)

Antes de introducirnos en la novela sobre la que nos hacemos la pregunta objeto de este trabajo, es necesario repasar la biografía del autor, José Irazu Garmendia (Asteasu, 27 de julio de 1951) conocido con el seudónimo de Bernardo Atxaga. Su obra abarca cuento, novela, poesía y ensayo, y ha sido escrita y publicada íntegramente en euskera. Se han traducido varias de sus obras a numerosas lenguas, siendo el escritor en euskera más leído y traducido de la historia. Atxaga se licenció de Ciencias Económicas en la Universidad de Bilbao, y en Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona.​ Es  miembro de pleno derecho de la Real Academia de la Lengua Vasca desde 2006,​ y en noviembre de 2010 también fue nombrado miembro de Jakiunde, Academia de las Ciencias, de las Artes y de las Letras. ​ Actualmente vive en la localidad alavesa de Zalduendo.

En los años 80, tras publicar varios cuentos en diversas revistas literarias, comenzó a explorar por primera vez el universo de Obaba, donde se localizan muchas de sus siguientes obras, entre ellas la novela Bi anai [Dos hermanos], que lo devolvió a la primera línea de la literatura vasca. En 1988  publicó su obra más exitosa, Obabakoak​ un híbrido entre novela y antología de cuentos que ha sido traducida a 26 idiomas y que ganó el Premio Nacional de Narrativa en 1989.

Atxaga es hoy el escritor en lengua vasca más traducido y premiado de todos los tiempos.

El paisaje y las gentes del pequeño pueblo de Asteasu marcan la infancia del autor. Un paisaje verde, con caseríos dispersos en las montañas y habitado por una gente mayoritariamente vascoparlante; gente que gustaba de contar historias sobre animales y hechos fantásticos. Fueron esas historias las que Atxaga escuchó cuando con 9-10 años acompañaba a su padre de caserío en caserío a cobrar la luz. Años más tarde, allá por la década de los años 80, serán esas historias, ese mundo del pasado el que quedará plasmado en la geografía imaginaria creada por Atxaga: Obaba.

Atxaga se ha convertido, tal como vaticinó el gran Gabriel Aresti, en “el sexto escritor euskaldun de la Historia”. Un profesional de la literatura, que sigue siendo aquel escritor entusiasta que decidió dedicarse a la literatura escrita en lengua vasca allá por la década de los años 1970.

Las descripciones de Obaba hablan de una geografía vivida, una geografía que remite a espacios presentes en la infancia del autor que sirven de excusa narrativa para transmitir un mundo antiguo en el que no rige la causalidad lógica sino la mágica. La oposición entre Naturaleza y Cultura es la que condiciona el devenir de los acontecimientos en Obaba, y en realidad, se trata de un mundo premoderno, donde no existen palabras como “depresión” o “esquizofrenia” y donde se recurre a los animales para explicar acontecimientos incompresibles para sus habitantes. Por ello, en el territorio de Obaba, es factible que se acepte la metamorfosis de un niño en jabalí o la creencia de que un lagarto puede volvernos locos tras introducirse por nuestro oído.

Este es el mundo premoderno, al que el autor pondrá final con la publicación en 2003, en la editorial Pamiela, de la novela  Soinujolearen semea (El hijo del acordeonista), una novela que, como decíamos, trata sobre la desaparición del mundo de Obaba, «un mundo que ha dejado de existir», según el propio autor, y que pondrá final a una etapa del autor, la que definiríamos como “etapa Obaba”.

La novela “El hijo del acordeonista” se inicia en 1957. En la escuela de Obaba, donde van a clase dos amigos, Joseba y David, el hijo del acordeonista.

Unos párrafos después, han pasado 42 años. Estamos en 1999. David ha muerto y Joseba está ante su tumba en compañía de Mary Ann, su mujer, en el cementerio del Rancho Stoneham, en Three Rivers, California. David ha dejado un libro escrito, del que sólo se han impreso tres ejemplares: uno para sus hijas, otro para los amigos que le ayudaron a imprimirlo y otro para la biblioteca de Obaba. En él, no faltará nada de lo que en su tiempo y en el tiempo de sus padres ocurrió en Obaba.

El bombardeo de Gernika, los terribles fusilamientos y desapariciones de la posguerra, o el estallido de la violencia terrorista en la década de los 60 planean sobre el cielo de Obaba, un lugar aparentemente idílico en el que David acaba descubriendo que su padre colabora con los franquistas. El secreto pondrá boca abajo la vida de un joven rodeado por su cuadrilla de amigos, que disfrutan como buenamente pueden de su adolescencia.

Su amigo desde el colegio, Joseba, será quien se encuentre con el pequeño gran tesoro que deberá encargarse de remodelar. David ha escrito y descrito aquellos tiempos tan lejanos, de luces y sombras que a finales de los años sesenta le sumergieron en las filas de ETA. Motivo por el que decidió poner tierra de por medio, cuando las cosas comenzaron a desmandarse, aunque supuestamente su colaboración con la estructura de la banda terrorista se limitaba al reparto de panfletos y la planificación de la voladura de monumentos y edificios.

En una entrevista publicada en el diario “El País” el 6 de junio de 2004, con motivo de la celebración de la feria del libro en Madrid, Bernardo Atxaga nos dice con respecto a este fin de etapa:

¿Qué es Obaba? "Es un lugar antiguo. Yo era hijo de una maestra rural, iba a una escuela rural, crecí junto a los campesinos y percibí sus vivencias. Un mundo en el que no hay intimidad y en el que se habla poco. En El hijo del acordeonista hablo de cómo ese mundo se disuelve en el general".

Y eso, ¿es bueno o malo? "Es un pasaje peligroso. Tiene muchos riesgos. Mucha gente no lo ha podido superar". Cita como ejemplo al boxeador Urtain. "Le conocí. Hizo deporte rural, era un héroe para los campesinos. Lo vi años después, en un motel de carretera, había engordado más de 40 kilos. En ese pasaje de un mundo a otro se destruyó". "Vivir en ese mundo antiguo, salir de él, puede significar algo tan peligroso como 20 años de cárcel. A David [uno de los protagonistas de la novela] le llevó a determinados infiernos. Y del infierno sólo se sale por amor".